En el teatro, y en general el arte de la declamación, la comedia ha sido siempre uno de los géneros primordiales. Los antiguos griegos, pioneros de la filosofía, la poesía, la matemática y la música, y por qué no, de la dieta mediterránea, fueron también los creadores de este entretenimiento que ha prevalecido en la sociedad humana hasta nuestros tiempos.
Aunque también es cierto que, con el transcurso de los siglos, ha ido degenerando. No confundamos, no digo que la comedia haya degenerado únicamente de manera negativa, sigue habiendo muy buena comedia y excelentes comediantes. Pero sí es verdad que, hoy en día, y por alguna extraña razón, sobre todo en España, nuestro concepto de “comedia” sí ha degenerado negativamente.
Lisístrata es el nombre de una comedia que escribió el dramaturgo griego Aristófanes, en el año 411 a.C. Aristófanes fue, por cierto, un escritor prodigio en su tiempo. Escribió su primera comedia, Los arcanienses, con sólo catorce años. El sentido de Lisístrata no es solo la comedia, sino que también es una denuncia al problema de la guerra que se está librando durante ese tiempo entre Atenas y Esparta , que, según tengo entendido, fue ganada por Esparta, pero con un posterior resurgimiento de los atenienses. El argumento es el siguiente: Lisístrata, una mujer ateniense, convoca a todas las mujeres de Atenas y Esparta, para revelarles un plan que acabará con la guerra de una vez por todas. Se trata de reunir a todas las mujeres de ambos imperios, y encerrarse en la Acrópolis de Atenas, dejando a los hombres sin tocarlas siquiera hasta que firmen la paz. La obra se desarrolla en plena guerra de sexos, en la cual los hombres salen muy mal parados, teniendo que luchar sin “el ratito de paz”. Finalmente, tras varias semanas de huelga, los hombres se ponen de acuerdo y firman la paz para que sus mujeres vuelvan a sus casas, y por supuesto, a la cama. Es una obra divertida y graciosa, con el punto adecuado de erotismo. Las risas están servidas.
En el año 2002, el guionista y director de cine Francesc Bellmut, escribe una versión de Lisístrata. En esta versión, Lisístrata es una ateniense lesbiana que, con ayuda de su amante espartana, Lampito, convoca a las mujeres para encerrarse en la Acrópolis y dejar a los hombres sin sexo. La diferencia de la película con la obra de Aristófanes es que los hombres, engatusados por el “Frente Radical Gay” de Atenas y Esparta, comienzan a tener relaciones sexuales entre ellos mediante lo que estos gays llaman “Homosexualidad Forzosa”. La obra termina también con la paz entre ambos bandos, pero no gracias a la acción de Lisístrata, sino a que todos los hombres se han vuelto, como se dice en buen español, maricas y travestorros.
¿Veis por qué digo que la comedia española degenera?
En ningún momento Aristófanes dijo que Lisístrata fuese lesbiana, así como tampoco especificó que fuese plenamente heterosexual, simplemente lo dejaba en la incógnita, lo que resulta mucho más sutil. En cuanto a Lampito, tampoco se dice nada, pero la describen como una mujer atlética y deportista. Supongo que por eso se le ocurrió a Bellmut la idea de hacerla lesbiana y amante de Lisístrata. En cuanto al asunto de los gays, no sólo me parece mal el hecho de cambiar el final por el de la homosexualidad en todos los hombres, sino que muestran ese lado de los gays locazas, que piensan únicamente en el sexo promiscuo.
Parece que en esta versión le dan más importancia al morbo que al auténtico significado: la paz. La idea sigue permaneciendo, sí, pero es un hecho secundario, las escenas principales son las que muestran cuerpos masculinos semidesnudos frotándose unos con otros.
Y hay algo peor, oh, ya lo creo que sí. Luego, además, tenemos la cara dura de avergonzarnos de ello y denunciarlo. Me explico: soy miembro de un grupo escénico sin ánimo de lucro llamado El Comodín Joven, y estamos preparándonos para representar Lisístrata. ¿Qué ocurre? Que hay quien tiene que pedir el consentimiento de sus padres para hacerlo, porque muchos califican esta obra de pornográfica. Sí, habéis leído bien, pornográfica. Y que nosotros sepamos, tras haber leído la obra, no hemos visto ninguna escena en la que haya sexo o desnudo. Lo más “guarro” que podrá encontrar el público, es que los hombres saldremos “empalmados” durante la representación, y obviamente, no serán erecciones de verdad, sino simples prótesis que nos pondremos bajo la ropa. Se habla de sexo, claro, pero al igual que lo hizo Aristófanes, no habrá ni siquiera un atisbo de homosexualidad.
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