lunes, 26 de diciembre de 2011
Yggdrasil
sábado, 19 de noviembre de 2011
Banshee existe, y es ruso.
sábado, 22 de octubre de 2011
El chaval al que todos queremos matar... o ser sus amantes
martes, 13 de septiembre de 2011
Como no tengo con qué actualizar, os dejo mi pj de Ánima ^^
Y que la disfrutéis, que es largo xD
Nombre: Archibald Bradly. Archie.
Edad: 25 años.
Categoría: Guerrero mentalista.
Aspecto: A Archie se le reconoce enseguida por dos rasgos: mide 1,28 metros y tiene una perilla pelirroja de 10 cm. Al ser tan bajito, no tiene mucha fuerza y sus piernas no le dan para alcanzar grandes velocidades, pero en cambio es escurridizo y fácil de esconder. Tiene la piel blanca, los ojos castaño claro, y el pelo rubio pajizo, pero siempre lo lleva rapado.
Psicología: La personalidad de Archie no es todo lo que parece ser a simple vista, y esto se debe a un incidente que tuvo durante su infancia que, desgraciadamente, tiene que ver con la muerte de sus padres (explicado en Historia). A raíz de este incidente, su mente bloquea una serie de recuerdos, pero que, desafortunadamente, están ligados a sus poderes psíquicos. Cada vez que recuerda ese día, o cada vez que utiliza sus poderes, se vuelve inestable, pierde control sobre sus podres.
Por lo demás, Archie es una persona activa y algo inquieta. Le gusta trabajar y ayudar siempre que puede. También se caracteriza por su imaginación, fomentada por su tía, la cual le leía cuentos de fantasía, héroes de grandes proezas y magia. A veces se los inventaban juntos, y jugaba con ella y con su primo a explorar tierras desconocidas, salvar pueblos y doncellas, y enfrentarse a hechiceros malvados y criaturas mágicas (de hecho, habían inventado una historia acerca de la estatura de Archie, que contaba que, cuando era pequeño, una bruja le había echado una maldición para dejar de crecer por haber entrado en su casa a robarle una poción crecepelo, razón también por la cual se dejó la perilla tan larga). Todas estas historias de heroicidades han acabado por hacer mella en su carácter, definido por evitar o enfrentarse al mal en nombre del bien. Se rige más por las leyes morales que por la justicia establecida, puesto que sabe que en las altas esferas el poder corrompe, y no siempre un líder es el más justo.
Por otro lado, el combate es algo que le desestresa mucho, ya que libera adrenalina y energías. Debido a su constitución, aprovecha su tamaño para esconderse y atacar por sorpresa, aprovechando también la agilidad. Archie sabe que no es la manera más noble de pelear, pero también es consciente de que es la manera de poder hacerlo y tener posibilidades de ganar.
Otra característica de Archie es que le cuesta estar callado, le encanta hablar, y sobre todo, contar historias. Al tener una infancia repleta de cuentos y aventuras inventadas, se unió a un grupo de juglares y bufones a los 20 años, también a causa de su extraña estatura, lo cual le convertía en una especie de atracción visual. De este modo, estuvo viajando durante algunos años, ganándose unas monedas a cambio de cuentos.
Historia:
PARTE 1 (El incidente)
Archie nació y creció en Alberia. Sus padres eran psíquicos, de los cuales heredó su don, y también una terrible desgracia. Siendo Archie aún pequeño, sus poderes comenzaron a manifestarse, aunque rara vez. Sus padres ya le advirtieron que no los mostrase en público, puesto que ellos ya eran proscritos de la Inquisicón, estaban escondidos en Alberia bajo identidades falsas, con la ayuda de unos parientes que vivían allí. Por desgracia, el engaño no podía durar eternamente, aunque más adelante Archie hubiese deseado que fuese así.
Una noche, se despertó tras unas pocas horas de sueños agitados. Solo pesadillas, pensaba para tranquilizarse, como lo hacían sus padres cuando no podía dormir. Se levantó de la cama y se dirigió a la habitación de sus padres, para ver si le dejaban dormir con ellos. Entonces, la pesadilla se hizo realidad. Al entrar en la habitación, vio sus siluetas recortadas a la luz de la luna, acostados en la cama. Pero había algo extraño en el ambiente, algo que no acababa de comprender, pero que le hacía sentir incómodo. Llegó al borde de la cama, donde estaba su madre, tapada con las mantas y con un brazo fuera, colgando. Archie lo cogió entre sus manitas para llamarla y que se despertara, pero cuando lo hizo, sintió que el brazo de su madre estaba húmedo. Se acercó las manos al rostro, cubiertas por un líquido muy oscuro, negro con aquella luz. Alzó la mirada, y sus ojos tropezaron con los de su madre, abiertos y vacíos.
Un escalofrío le recorrió toda la espina dorsal, dejándolo en estado de shock. Buscó a su padre con la mirada, y vio que estaba también tendido en la cama, pero con medio cuerpo fuera, colgando, como si hubiese intentado levantarse o escapar. Archie empezó a temblar, boquiabierto, mientras sonidos ininteligibles salían de su boca.
De repente, algo le agarró el brazo, una mano. Ni siquiera vio de quién se trataba, pues al agarrarle, Archie gritó, y al volverse, la figura que le tenía preso salió volando por la habitación, estrellándose contra la pared opuesta. De las sombras aparecieron otras dos figuras, avanzando rápidamente hacia él y gritándole algo que luego no recordó.
En los momentos siguientes, Archie se vio corriendo por el bosque, con los pasos de los hombres pisándole los talones. Su mente estaba tan histérica que no era capaz de pensar en nada que no fuese correr, correr todo lo rápido que le permitiesen las piernas. Tanto fue así que no vio la piedra contra la que tropezó, cayendo al suelo y haciéndose varias heridas. Se dio la vueta justo a tiempo para ver cuatro manos alzándose contra él.
Lo que ocurrió después, no podría recordarlo, puesto que se desmalló del esfuerzo que había hecho, aunque de manera inconsciente. Hubo una especie de explosión, y los dos hombres desaparecieron de la vista de Archie. No se supo de ellos si murieron o escaparon, puesto que no econtraron a Archie hasta muchas horas después, cerca del alba, incosciente en medio del bosque y con el cuerpo magullado.
Le llevaron a casa de sus parientes, y allí permaneció días inconsciente. La gente del pueblo estuvo hablando de la desaparición, haciéndole preguntas, pero Archie no recordaba nada de aquella noche.
En adelante, viviría con sus tíos y su primo, y llevaría una vida normal, o al menos, una infancia normal.
Por esta razón, su propia mente bloqueó sus poderes, y no los volvió a usar hasta mucho después, desenterrando también fatales recuerdos...
PARTE 2 (Recuerdos)
Desde el fatal incidente, Archie vivió y creció con sus tíos, llevando una vida sin sobresaltos. Poco recordaba de sus padres, y sus tíos prefirieron no decirle nada hasta que tuviese edad para saberlo.
Vivió una infancia bastante normal, aunque tenía miedo a la oscuridad y a dormir solo. A veces sufría pesadillas, demasiado nítidas para ser sueños, pero a medida que fue creciendo se le pasaron.
A los dieciséis años, se empezó a preguntar por sus padres, y acudió a sus tíos. Ellos le contaron que eran proscritos y que fueron apresados por La Inquisición, y que seguramente ya fueron condenados. No tuvieron valor para contarle la verdad, que habían sido asesinados en su propia casa, pues no querían despertar aquéllos horribles recuerdos. Sin embargo, la memoria no es algo que se pueda retener, lo vivido no se olvida. Archie preguntó entonces si él era también un psíquico, a lo que respondieron que sí, pero que nunca habían visto ningún indicio de utilizar sus poderes.
Tras recibir todas estas noticias, Archie se fue a dar un paseo , lejos, para asimilar toda la información. Aquel día se sentía un completo desconocido. Tenía un pasado, unos padres, de los que apenas recordaba nada y ahora estaban muertos. Tenía un don, pero ni siquiera sabía de qué se trataba exactamente, y menos sabía utilizarlo. Se sentía impotente, y la rabia empezó a crecer dentro de él, o tal vez otra cosa. No sabría explicarlo bien, pero sintió chasquear en su mente un resorte que abrió paso a unos recuerdos, unas sensaciones pasadas. Recordó, de manera inconsciente, concentrarse, como aquella noche. Recordó las manos cerniéndose sobre él, a punto de apresarle. Y recordó unos ojos vacíos que apuntaban directamente a los suyos.
De repente, sintió sacudirse todo su cuerpo, y a su alrededor se produjo una especie de onda, algo inexplicable que arrastró consigo piedras, ramas y arbustos. Después, se sintió cansado, se tambaleó, y llegó a sentarse a tiempo para no hacerse daño.
Eso era, se dijo, en eso consistía su poder. El miedo le invadió, y volvió a casa sin contarle nada a
nadie.
Con el tiempo, el tema pareció quedar zanjado. Archie sabía ahora quién era, pero sus tíos no habían dejado de quererle y tratarle como un hijo más. Él volvió a comportarse como siempre de cara a su familia. En alguna ocasión, salía a pasear solo, e intentaba controlar sus poderes, pero cada vez que lo intentaba le entraba miedo, y aparecían en su mente imágenes que no sabía si eran fruto de delirio o recuerdos de sus pesadillas de cuando era niño. De modo que dejó de intentarlo, y se dijo a sí mismo que seguiría siendo una persona normal y corriente.
Desde que tuvo edad para trabajar, había estado ayudando en casa a sus tíos, los cuales se dedicaban a la pesca. Pero lo cierto es que él buscaba otra forma de ganarse la vida. Su oportunidad llegó el verano de sus veinte años, cuando un pequeño circo de juglares y bufones llegó al pueblo. Archie quedó maravillado por la profesión, y un día se acercó a hablar con el director del circo para unirse a él. Al principio el director se sintió receloso, pero dada estatura inusual de Archie y su aspecto con la perilla, finalmente accedió.
Durante unos años estuvo viajando con el circo, entreteniendo al público conanto historias y antiguas leyendas. También aprendió a hacer malabares y trucos con dagas y con el arco, con los cuales acabó teniendo cierta destreza.
Aunque apenas volvió a utilizar sus poderes, no había olvidado que estaban allí, y la idea le inquietaba, puesto que si no sabía manejarlos, podría causar daño sin darse cuenta. Decidió entonces continuar su camino solo, en busca de respuestas, tal vez de alguna otra persona con poderes similares, alguien que pudiese comprenderle y ayudarle.
Con esta meta continúa su sendero, sin un rumbo fijo, pero tampoco en solitario, pues camina ahora con una simpática y enorme mujer llamada Gyszell-no-sé-qué-más, aunque ella insiste en que la llame Hacha.
viernes, 19 de agosto de 2011
TODO EL MUNDO TIENE QUE SABERLO
miércoles, 17 de agosto de 2011
Es gracioso, si lo pensáis,
miércoles, 15 de junio de 2011
miércoles, 1 de junio de 2011
Homenaje a Chema Madoz
Camino por la calle, acompañado de la cotidianidad de cada día. El taconeo de los zapatos, la marea de gente y sombreros, la parsimonia de las nubes, el reflejo de un charco. Es un día gris, de esos en los que ves el cielo encapotado, pero sigues esperando a que empiece a llover. Esperando el cambio.
Al torcer la esquina, hay una tienda vacía, en obras, de alguien que se está mudando. Todos los muebles están a la entrada, y los objetos empaquetados en cajas, aún abiertas, despidiéndose. Solo quedan algunos elementos colocados, entre ellos un espejo, colgado en una pared desnuda, sobre el cual incide la luz directamente. Sobre él, alguien ha dejado apoyada una escalera. Me acerco, aún cuando quizás no debería, atraído por el descubrimiento de este objeto, que se abre ante mis ojos como una puerta. Me asomo con curiosidad. Debería esperar encontrar mi reflejo, pero ya de antemano una corazonada me ha dicho que no iba a ser así. En lugar de eso, encuentro un acceso a través del espejo, y sin pensarlo apenas cruzo, atravesando un camino de baldosas de cristal, o quizás sea agua, puesto que al pisarlas se enturbian. Al otro lado, me encuentro de nuevo en una amplia habitación, muy parecida a la tienda, pero llena de objetos y muebles distribuidos. Colgadas en las paredes hay varias jaulas, entre las que veo nubes apostadas entre los barrotes, y bivalvos revoloteando, agitando sus conchas. Mapas de estrellas, de tierras desconocidas. Puzzles hechos con gotas de lluvia, desperdigados por el suelo. Pipas musicales. Libros abiertos de par en par, pequeños mundos encajonados en una estantería.
Esto es lo que se vendía en esta tienda: ocurrencias y regalos, fragmentos de realidad con una pequeña poesía dentro, objetos cotidianos envueltos en ironía y reflexión.
Oigo pasos detrás de mí. Me giro, y un hombre me sonríe, mientras avanza un poco.
-Bienvenido a mi trastienda. ¿En qué puedo ayudarle?
-¿No está cerrado? He visto cajas de mudanza...
- Eso es tan solo la tienda, lo que se mira, pero no se ve. La gente que realmente quiere algo de aquí pasa a la trastienda.
-Lo cierto es que solo estaba mirando, ya me iba.
Antes de marcharme, me paró un momento, buscó en su estantería y me tendió un libro. “Regalo de la casa”, me había dicho. Intenté abrirlo, pero parecía que su páginas estaban fuertemente pegadas, era imposible.
-Tienes que leerlo por aquí -me dijo el hombre, y me señaló con el dedo una pequeña mirilla que había en la portada.
Volví a casa y eché una ojeada al libro. Creí no haber visto nunca algo tan maravilloso como lo que había en su interior, pero luego me di cuenta de que todo estaba a mi alrededor, en la cotidianidad, solo que no me había percatado de la belleza que residía en su simplicidad.
lunes, 2 de mayo de 2011
martes, 8 de marzo de 2011
Qué puede haber mejor que tener un profesor rematadamente friki...
El tipo del que hablo es Pablo Medina, director y productor de cine, y diseñador de videojuegos. Me imparte una serie de asignaturas que tengo en la carrera, como máster adicional, que engloban todo lo referido a cine, videojuegos, eventos interactivos y recreacionistas, etc.
El caso es que, entre mis compañeros de clase, llegó a mis oídos uno de sus primeros trabajos, lo que supongo que sería una práctica de la universidad. Se titula "Los Aventureros", un corto que se puede encontrar en youtube y que, aunque no sea para tirar cohetes (al fin y al cabo está hecho por estudiantes), tiene un buen trabajo, y sus puntos de gracia en una ambientación y argumento completamente frikis.
En fin, os dejo los links de los vídeos, por si os apetece echar un vistazo. Se lo recomiendo especialmente a mis compañeros de rol.
Un saludo y buenas noches ^^
www.youtube.com/watch?v=0iXZBRTZgv4&feature=fvst
www.youtube.com/watch?v=araqKMk_Oi46&feature=related
sábado, 5 de marzo de 2011
"Queridos no-lectores y no-lectoras"
De modo que os dejo con uno de sus artículos, acerca del uso innecesario que nos empeñamos en dar los españoles a nuestra lengua, hasta el punto de multarnos si no cumplimos ciertas "normas" para no "faltar al respeto".
www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/584/otra-vez-ganan-los-malos
lunes, 7 de febrero de 2011
ASCO DE VIDA
Sobre las cinco de la tarde, me he preparado una taza de té caliente para aliviar el dolor. No he podido dar apenas un par de sorbos antes de que se precipitase por la borda de un codazo inesperado. Resultado: la mitad del suelo de la habitación empapado, con aroma a jengibre y frambuesa.
Después he ido al baño para lavarme los dientes. De buena gana he escupido, porque sin darme cuenta he utilizado el cepillo de mi hermano.
Y por último, al coger el coche, le he dado un golpe al coche de la vecina, con su consecuente abolladura de mi puerta derecha.
Todavía debo dar gracias por estar vivo y entero, ya que, por lo menos, hoy empezaba clases de baile y no me he roto una pierna ni nada por el estilo.
En fin, saludos, queridos no-lectores, a la cama me voy.
martes, 18 de enero de 2011
Una de risas, que estamos de exámenes.
Echadle un vistazo, no os arrepentiréis.
www.youtube.com/watch?v=uqX8RnFtyiU&feature=channel
martes, 4 de enero de 2011
El Ascensor.
Miró durante un rato el alboroto que reinaba. Sabía que allí se iba a trabajar, pero el ambiente estaba demasiado cargado.
Aunque... en realidad, ni siquiera sabía con certeza que ese fuera un edificio de trabajo. No recordaba cuándo decidió entrar, ni por qué. Sí recordaba que tenía que ir a un lugar, le habían mandado a por algo...
No le dio muhcas más vueltas al asunto, parecía que su cabeza no tenía muchas ganas de permanecer en el mismo lugar que su cuerpo ese día. De la misma forma autómata de la que había entrado al edificio, empezó a caminar por la enorme recepción, esquivando a la gente que caminaba por allí como una autopista sin dirección ni control. Echó un vistazo hacia arriba, en busca de algo o de nada, y se topó con que el edificio era completamente diáfano, podía ver los pisos que había sobre su cabeza, hasta llegar a un abobedado techo de cristal, por el cual se colaba la luz del sol radiante. Había un montón de pisos, ahora que se fijaba. Tal vez se tratara de un rascacielos.
Volvió la vista al frente y siguió indagando. Al observar a la gente, se dio cuenta de otro detalle curioso: todos subían y bajaban los pisos por las escaleras. Había montones de ellas, muy anchas, hechas para que circulasen varias personas por ellas. ¿Es que no había ascensores? Buscó un poco con la mirada, pero solo veía escaleras. Debe ser una auténtica tortura subir a los últimos pisos, pensó el chaval.
De repente, sus ojos se toparon con una puerta metálica, vieja y deteriorada, con un botón a su derecha. El ascensor.
Avanzó hacia el ascensor. Nadie más parecía fijarse en él, puesto que nadie se subía o salía de su puerta. Alomejor estaba averiado, aunque no había ningún cartel que lo notificase.
Al llegar hasta la puerta se quedó quieto un instante. Sentía una sensación extraña en el cuerpo, y por un momento se encogió levemente, sin darse cuenta. Creyó oír algo tras la puerta, como gemidos...
Cuando volvió a ser consciente de lo que hacía, se vio a sí mismo, reflejado en el espejo que había dentro del ascensor. Detrás de él, llegó a ver el último atisbo de luz de la recepción, antes de que la puerta se cerrase secamente, haciéndose el silencio.
El ascensor no tenía nada que ver por dentro y por fuera. Su interior parecía más nuevo, más limpio. Era sencillo, con paredes plateadas, el espejo ocupando la pared del fondo, y a la izquierda un panel enorme con un montón de botones, correspondientes a los pisos. Efectivamente, se trataba de un rascacielos. Se le ocurrió entonces subir al piso más alto, seguramente tendría unas vistas maravillosas. Buscó en el panel, pero se encontró con algo desconcertante: los botones estaban completamente desordenados. Al lado del "0" estaba el "14", luego aparecía el "8", y etcétera. No solo eso, sino que había además un montón de sótanos, ya que, buscando el botón deseado, se tropezó con el "-13".
Tras lo que pareció una larga búsqueda, encontró al fin el botón del piso más alto, el "20". Lo pulsó, esperando que apareciese la típica puerta corredera antes de que comenzase a subir plantas, pero en lugar de eso sintió una sacudida del aparato, y un ruido sordo le inundó los oídos. En el monento en el que el ascensor comenzó a bajar en vez de a subir, se dio cuenta de que no había sido una buena idea tomar el ascensor, y creyó caer en la cuenta de por qué nadie lo cogía ni lo miraba siquiera. Miró el botón que había puslado, un error fatal: "-20"
La angustia estaba extendiéndose por su cuerpo, tensando sus músculos y cerrando su mente.
Joder, pensó, alguno de esos cabrones me podía haber avisado de que esto hacía lo que le salía de los cojones.
El ascensor bajaba, mientras seguía escuchandose ese ruido que le ponía de los nervios. Sonaba como si fuese rozando con las paredes del hueco, como si no tuviese espacio, pero no era un sonido chirriante o metálico. Le resultaba mucho más siniestro, y era porque parecía que el ruido lo estaba emitiendo algo vivo, algo consciente.
Miró hacia la puerta, y comprobó de nuevo que no había una segunda puerta corredera entre él y la de salida, sino que el ascensor bajaba tal cual. Al bajar la primera planta, vio una nueva salida, también metálica, pero de un color rojo oxidado. En la parte superior de dicha puerta había un número escrito, y cuando el chaval lo leyó, no necesitó mirarse al espejo para saber que había empalidecido a una velocidad vertiginosa. El número era "-73".
Pero qué coño...
Miró de nuevo hacia el panel, en busca de algún botón que parase el ascensor o que hiciese sonar la alarma de ayuda. Nada. Se pegó a la pared del espejo y por un momento pensó en empujar la puerta para intentar abrirla, pero algo le decía que estaría más seguro dentro del ascensor.
Continuó bajando a una velocidad constante, ni muy rápida ni muy lenta. Lo único que veía era la sucesión de puertas que iban quedando arriba mientas él continuaba bajando. A medida que lo hacía, el silencio se volvía más y más denso, oyéndose únicamente aquel ruido que parecía hablarle, amenazándole mientras lo que quiera que fuese aquéllo se lo tragaba tierra adentro. Sentía que cada vez había más tierra sobre su cabeza. El miedo y la angustia se tornaban casi insoportables, pero no se atrevía a gritar, ni siquiera a moverse. Se había pegado a la pared del espejo y allí permanecía, con todos los músculos en absoluta tensión, tanto que le dolían, pero aún así no se atrevía a moverse ni a hablar. Volvió la vista al panel, los disparatados números que aparecían en las puertas le ponían tan nervioso que pensaba que si seguía mirando se volvería loco de remate. Eso si no lo estaba ya. Pero sobre el panel de botones descubrió que había una pequeña pantalla en la que aparecían los números de las plantas por las que pasaba. No había reparado en ella antes.
-45; -9; -176; -81... No era posible, la mayoría de los números no aparecía en el panel. Llegó un momento en el que incluso no aparecían números, sino símbolos o letras de otros alfabetos.
Basta. Que pare ya joder... que pare para que pueda volver a subir... joder, ¡para ya...!
El trayecto cada vez se volvía más insoportable. Él no veía el hueco por el que estaba bajando el ascensor, pero sabía que era completamente irregular. A veces se estrechaba tanto que las paredes del aparato se contraían ligeramente, volviendo luego a su estado original. Otras veces se estrechaban solo algunas de ellas, provocando desniveles y haciendo que resbalara y cayera a una de las esquinas del cubículo. Pero a pesar de ello el ascensor mantenía su velocidad constante.
A fuera se empezaban a escuchar otras cosas además del ruido sordo que le estaba haciendo perder la cabeza. Oía voces mezcladas que hablaban, algunas dialogando, otras a la vez, acompasadas y desacompasadas, en idiomas que no conocía. Tal vez ni siquiera fuesen idiomas. Volvía a escuchar los gemidos que había oído al principio, cuando aún no había montado en el ascensor, esta vez mucho más nítidos. Había sufrimiento al otro lado de las puertas, y un miedo sobrenatural, más del que podía haber sentido nunca y del que sentía dentro del ascensor. Y junto a todo eso, el jodido ruido sordo. Lo que fuera o quien fuera que lo emitía, era el que provocaba todo ese sufrimiento y miedo, y muy pronto iba a toparse con él.
Al fin, el ascensor se detuvo delante de una puerta: la "-20". Le parecía todavía más raro que después de todas las puertas que había pasado, llegara precisamente a que había marcado.
El silencio ahora era absoluto, no se oía nada. No lo pensó dos veces, se levantó de un salto y fue directo al panel para pulsar el botón "0", ni siquiera se había dado cuenta de que se había quedado hecho un ovillo en el suelo.
Cuando fue a pulsarlo, una fuerte sacudida empezó a tambalear el ascensor. La puerta empezó a moverse, como si una ráfaga de aire que soplaba desde fuera la hiciese abrirse. Cuando paró la sacudida, la puerta estaba abierta, quieta. El chaval intentó no mirar, pero no pudo evitarlo. No había ni una sola luz fuera, la oscuridad era plena y densa. Lo único que veía era lo que la luz del ascensor le permitía: un suelo sucio y negro, y una escalera un par de metros al fondo, que tan solo subía. Lo demás era Negro.
De repente, otra vez, el ruido sordo le cogió por sorpresa. Esta vez era estruendoso, estaba ahí, delante de él, la cosa que le había conducido hasta allí éstaba ahora delante de él. No era capaz de verlo, tan solo había oscuridad. Gritó de pánico, y en medio de todo el caos mental se le ocurrió que tal vez el ser no era más que ese ruido, ese infernal ruido que aterrorizaría hasta al mismísimo Diablo. En algún momento llegó a pulsar otra vez el "0", porque la puerta metálica se cerró y el ascensor comenzó a subir. Entonces se desplomó en el suelo y perdió la noción del tiempo, mientras el incesante ruido seguía sonando, ya no sabía si era en su mente o en si seguía allí.
La puerta se abrió de nuevo, descubriendo el recibidor. El chaval debeía de sentirse aliviado, pero en lugar de eso miraba de un lado para otro, aún con el ruido metido en sus entrañas. La gente le miró, pasmados y asustados. Algunos avanzaron hacia él, zarandeándole. ¿Por qué? Se estaban empezando a poner también nerviosos, y no hacían más que llamar a un médico mientras le sujetaban y zarandeaban cada vez más manos.
Entonces se dio cuenta de que el ruido ya había quedado atrás, que lo que oía no estaba en su mente, sino que eran sus propios gritos desgarrados, que estaban aterrorizando ahora a toda la recepción. El descubrimiento lo hizo gritar todavía más, se zafó de las manos ajenas con una facilidad increíble, empezó a repartir puñetazos y bofetadas al aire, y cada vez que sus brazos se topaban con alguien, éste desaparecía como su fuese bruma. Al rato de atacar al vacío, su cerebro le fue comunicando lo que veía: blanco, color blanco por todas partes. Cuatro paredes blancas, y algunas personas a su alrededor, esta vez reales, que llegaban desde una puerta y llegaban hasta él, sujetándole. Sintió un ligero dolor en un brazo, y vio una aguja saliendo de su carne.
Sintió que su cuerpo se relajaba, que perdía la sensibilidad. Otra vez.
No podía articular palabra, bien por el potente sedante o bien por los nervios, pero intentó lanzar un pensamiento de súplica a los médicos para que no se fuesen.
Por favor, no me duerman... no me hagan volver...
Todo inútil. Fue perdiendo de vista nuevamente las paredes blancas, implutas, que fueron sustituidas por paredes metálicas llenas de números y símbolos.
Y de nuevo, ese espantoso ruido que le acompañaría hasta la muerte.
domingo, 2 de enero de 2011
The Bandits Roots.
Pero vamos a lo que nos atañe, aunque no sea mucho. Hoy he tenido el placer de conocer un grupo nuevo, en directo además. Se llaman The Bandits Roots. Lo cierto es que no me apetece escribir mucho, no voy a hacer un discurso sobre ellos ni nada, simplemente me apetecía compartir este descubrimiento, así que os dejo su myspace y juzgad por vosotros mismos.
A seguir disfrutando!
www.myspace.com/thebanditsroots/music/playlists/the-bandits-roots-criminal-2388794
Mi favorita es "Levantarme", porciertamente ^^
Feliz año y feliz aniversario, ventanita.
La verdad es que parece que ha pasado mucho más tiempo, al contrario de lo que se suele decir en estas ocasiones; me da la sensación de que llevo con este blog toda una vida. Además, mirándolo detenidamente he visto también los cambios y la variedad de posts que ha habido a lo largo de este primer año. Me siento bastante orgulloso.
Como propósito de año nuevo, espero poder seguir madurando y cambiando, y dejando constancia de ello en mi querida Ventana Secreta. Iba a decir también que intentaría escribir más, pero prefiero pensar que lo haré siempre que lo necesite, ya sea más o menos.
Espero seguir contando con vuestras no-lecturas! Y feliz 2011.