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sábado, 22 de octubre de 2011

El chaval al que todos queremos matar... o ser sus amantes

Llevo toda la semana queriendo actualizar, toda la maldita semana. Pero mis profesores de Estética, Cine y Fotografía no me dejan en paz, me fríen a libros, artículos y ensayos T_T

Y quería actualizar precisamente con una anéctoda que nos contó uno de los profesores arriba mencionados, a raíz de una conversación sobre videojudadores, concretamente, los "pro gamers".
Supongo que todos vosotros, queridos no-lectores, sabéis u os hacéis una idea de lo que es un pro gamer, pero tal vez, después de este relato, vuestros horizontes acerca de este concepto se amplíen. Por si hay alguien que no lo sepa, un pro gamer es aquél videojugador que no sólo juega MUY BIEN a videojuegos, sino que además, es capaz de sacarle el máximo beneficio a su favor a través del sistema. Y con el siguiente relato me explico:


Había una vez (y de hecho sigue habiendo) un adolescente que vivía en Valencia. Durante unas vacaciones de verano, este niño (por alguna razón, el profesor no quiso rebelarnos su nombre) aprendió a jugar al Poker de la mano de sus padres, un juego que aprendió rápidamente y que fue perfeccionando con ayuda de un libro de estrategia.

Al acabar las vacaciones, el chico quería seguir jugando con sus padres al Poker, pero éstos, con el trabajo, las tareas de casa, etc. cada vez hacían menos caso al chaval. En consecuencia, nuestro protagonista, al no poder frenar su sed de juego, recurrió al amigo de todo adolescente: el ordenador. Empezó a jugar a través de Internet partidas online con otros jugadores. Oh, y por supuesto, apostaba. Una nimia cantidad, utilizando monedas de veinte céntimos, ¿qué daño podría hacer eso... o qué beneficio?
El chico comenzó a jugar diariamente, no solo porque le gustaba, sino porque era bueno. Muy bueno. Ganaba la mayoría de las partidas con facilidad, y a base de veinte céntimos, fue haciendo hucha. Un buen día, para no aburrirse de jugar, decidió proponerse un reto: jugar varias partidas a la vez. Empezaría con dos y, conforme iba superando el reto, aumentaba el número, hasta unas seis partidas. Total que, haciendo números, calculando el número de horas que jugaba al día y las distintas partidas, llegó a sacarse una cantidad aproximada de *ejem* 2.000 euros al día *ejem*.

Como es de suponer, jugaba demasiadas horas al día, y evidentemente, fue dejando hábitos tales como los estudios, dormir, salir...
Y ahora vuelven a escena los padres. ¿Qué creéis que hicieron los padres al ver cómo su hijo enraizaba la silla y el ordenador, pero a la vez su cuenta bancaria crecía exponencialmente con dimensiones grotescas? Tal vez lo que podríamos entender por "buenos padres" habrían dicho "Hijo, el juego es un vicio y una adicción de la que debes apartarte", y tal vez lo que podríamos entender por "malos padres" hubieran dicho "Hijo, deja de estudiar y de tener vida social, y haznos ricos a tu costa". Pero sus padres, independientemente de lo que nuestros juicios morales puedan opinar, le dijeron esto: "Hijo, mientras puedas compaginar tus estudios y tu vida con este... "hobbie", nos parece genial".
¿Y qué hizo el chaval? Pues... ni p*** caso, porque, al ser mayor de edad y tener cantidad suficiente de dinero como para emanciparse, abandonó su carrera para dedicarse al Poker profesionalmente.

Y así es como, actualmente, este chaval ya no es un chaval, sino que tiene 29 años, una escuela de poker virtual con 50 empleados y más de 60.000 usuarios. Afirma llevar una vida normal y no tener grandes gastos tales como yates, casas lujosas y demás caprichos innecesarios. Eso sí, pasta no le debe faltar.


Posiblemente ya conociérais esta historia, ya que, investigando al respecto, he descubierto que salió en distintos medios en junio de este año. Pero como yo vivo un poquito ajeno a la realidad y no me había enterado, he querido compartirlo con vosotros ^^

Gracias por vuestras visitas, y hasta más leer.

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