sábado, 29 de mayo de 2010
Cómo matar a tu compañero de clase con 6 manzanas, escuadra y cartabón
El Graciosete es ese individuo (generalmente masculino) que siempre tiene que soltar por lo menos un chiste, comentario o parida, en medio de clase o fuera de ella, aunque no tenga ni puta gracia porque de tanto escucharle tienes la oreja cansada. Aquél que lleva la contraria al profesor o al resto de alumnos solo por llamar la atención, el que no se puede aguantar calladito ni diez minutos, y que cuando habla, generalmente no dice nada inteligente o relevante. Es ese personaje que se mete con los demás, sin mala leche, pero también sin la confianza necesaria para poder meterte cariñosamente con tus compañeros.
Es, en definitiva, una de las personas con las que disfrutarías viendo como se mete un guarrazo por el pasillo, se choca con una farola, o se le cae la bandeja de la comida encima en la cafetería. Ya sé que no está bien reírse o burlarse de los demás, pero todos sabéis tan bien como yo, queridos no-lectores, de qué tipo de persona estoy hablando, y seguro que ahora mismo estáis visualizando a vuestro Graciosete, y no me cabe duda de que tampoco sentiríais remordimientos al reíros de situaciones como las que acabo de describir.
Sin embargo, me siento mal, porque anteanoche ese sentimiento hacia El Graciosete que creía que era una leve repulsión o desconfianza, se convirtió en una ira morbosa y escalofriante.
Al igual que todos vosotros, yo también tengo en mi clase un Graciosete. No me cae bien, para nada, pero tampoco siento odio hacia él, simplemente procuro no estar muy cerca ni escucharle. El caso es que anteanoche soñé con El Graciosete, y fue un sueño por una parte de lo más placentero, y por otra de lo más horrible.
Resulta que estaba yo en clase de dibujo técnico, haciendo mis láminas, cuando el individuo en cuestión se dirigió a mí. Mejor dicho, se estaba metiendo conmigo, con mi sexualidad, para ser más concreto, de un modo desagradable. Los que me conocéis bien sabéis que lo normal en mí hubiera sido que hubiese pasado de él, que seguramente no le habría dicho nada, y mucho menos le habría hecho nada. Pues no solo le contesté con mala leche sino que le encaré. De repente estábamos los dos discutiendo casi a gritos, yo avanzando, él retrocediendo por el pasillo que había entre las filas de mesas, y con la cara desencajada en una mueca de burla y odio. A todo esto, el profesor no parecía enterarse de nada, o no hacía el menor caso al estar ocupado explicándole algo a una compañera. Llegamos al fondo de la clase, y en una de las mesas del fondo vi seis manzanas, dos amarillas y las cuatro restantes rojas, y también una escuadra y un cartabón.
Entonces, queridos no-lectores, le dije lo siguiente:
-¿Ves esas seis manzanas? Pues te las voy a meter por el culo, una a una. Después, cogeré la escuadra y el cartabón, te los hundiré en las entrañas y te abriré las tripas, sacaré las manzanas y me las comeré.
Y lo último que recuerdo del sueño fue un breve flash-back de mis manos empuñando escuadra y cartabón, ensangrentados.
Lo único que puedo decir que me exima de culpabilidad es que, a pesar de que en el momento del sueño en que decía estas palabras estaba disfrutando, cuando me desperté me sentía fatal. Porque los que me conocéis bien (y los que no también) sabéis que yo no sería capaz de decir siquiera estas palabras.
Pero bueno, tan solo fue un sueño, y como se suele decir: los sueños, sueños son.
Y las pesadillas también.
domingo, 23 de mayo de 2010
La mochila y el currículum (Arturo Pérez-Reverte)
Llueve a ratos, y Madrid está frío y desapacible. Pasan paraguas al otro lado del escaparate de la librería de mi amigo Antonio Méndez, el librero de la calle Mayor. Estamos allí de charla, fumando un pitillo rodeados de libros mientras Alberto, el empleado flaco, alto y tranquilo, que no ha leído una novela mía en su vida ni piensa hacerlo -«ni falta que me hace», suele gruñirme el cabrón- ordena las últimas novedades. En ésas entra un chico joven con una mochila a la espalda, y se queda un poco aparte, el aire tímido, esperando a que Antonio y yo hagamos una pausa en la conversación. Al fin, en voz muy baja, le pregunta a Antonio si puede dejarle un currículum. Claro, responde el librero. Déjamelo. Y entonces el chico saca de la mochila un mazo de folios, cada uno con su foto de carné grapada, y le entrega uno. Muchas gracias, murmura, con la misma timidez de antes. Si alguna vez tiene trabajo para mí, empieza a decir. Luego se calla. Sonríe un poco, lo mete todo de nuevo en la mochila y sale a la calle, bajo la lluvia. Antonio me mira, grave. Vienen por docenas, dice. Chicos y chicas jóvenes. Cada uno con su currículum. Y no puedes imaginarte de qué nivel. Licenciados en esto y aquello, cursos en el extranjero, idiomas. Y ya ves. Hay que joderse.
Le cojo el folio de la mano. Fulano de Tal, nacido en 1976. Licenciado en Historia, cursos de esto y lo otro en París y en Italia. Tres idiomas. Lugares, empresas, fechas. Cuento hasta siete trabajos basura, de ésos de tres o seis meses y luego a la calle. Miro la foto de carnet: un apunte de sonrisa, mirada confiada, tal vez de esperanza. Luego echo un vistazo al otro lado del escaparate, pero el joven ha desaparecido ya entre los paraguas, bajo la lluvia. Estará, supongo, entrando en otras tiendas, en otras librerías o en donde sea, sacando su conmovedor currículum de la mochila. Le devuelvo el papel a Antonio, que se encoge de hombros, impotente, y lo guarda en un cajón. Él mismo tuvo que despedir hace poco a un empleado, incapaz de pagar dos sueldos tal y como está el patio. Antes de que cierre el cajón, alcanzo a ver más fotos de carnet grapadas a folios: chicos y chicas jóvenes con la misma mirada y la misma sonrisa a punto de borrárseles de la boca.
España va bien y todo eso, me digo. La puta España. De pronto la tristeza se me desliza dentro como gotas frías, y el día se vuelve más desapacible y gris. Qué estamos haciendo con ellos, Maldita sea. Con estos chicos. Antonio me mira y enciende otro cigarrillo. Sé que piensa lo mismo. En qué estamos convirtiendo a todos esos jóvenes de la mochila, que tras la ilusión de unos estudios y una carrera, tras los sueños y el esfuerzo, se ven recorriendo la calle repartiendo currículum en los que dejan los últimos restos de esperanza Licenciados en Historia o en lo que sea, ocho años de EGB, cinco de formación profesional, cursos, sacrificios personales y familiares para aprender idiomas en academias que quiebran y te dejan tirado tras pagar la matrícula. Indefensión, trampas, ratoneras sin salida, empresarios sin escrúpulos que te exprimen antes de devolverte a la calle, políticos que miran hacia otro lado o lo adornan de bonito, sindicatos con más demagogia y apoltronamiento que vergüenza. Trabajos basura, desempleos basura, currículums basura. Y cuando el milagro se produce, es con la exigencia de que estés dispuesto a todo: puta de taller, puta de empresa, boca cerrada para sobrevivir hasta que te echen; y si tienes buen culo, a ser posible, deja que el jefe te lo sobe. Aún así, chaval, chavala, tienes que dar las gracias por los cambios de turno arbitrarios, los fines de semana trabajados, las seiscientas horas extras al año de las que sólo ochenta figuran como tales en la nómina. Y si encima pretendes mantener una familia y pagar un piso date con un canto en los dientes de que no te sodomicen gratis. Flexibilidad laboral, lo llaman Y gracias a la flexibilidad de los cojones se han generado, dice el portavoz gubernamental de turno tropecientos mil empleos más, y somos luz y fan de Europa. Guau. Gracias a eso, también, un chaval de veintipocos años puede disfrutar de la excitante experiencia de conocer ocho empleos de chichinabo en tres o cuatro años, y al cabo verse el la calle con la mochila, buscándose la vida bajo la lluvia. Partiendo una y otra vez de cero. Flexibilidad laboral. Rediós. Cuánto eufemismo y cuánta mierda. A ver qué pasa cuando, de tanto flexionarlo, se rompa el tinglado y se vaya todo al carajo, y en vez de currículums lo que ese chico lleve en la mochila sean cócteles molotov.
Nunca me cansaré de decirlo: me encanta este hombre. Su forma de decir las cosas, de decir la Verdad. Y eso que no he leído una sola novela suya... me propongo, no, me exijo leer este verano unas cuantas.
sábado, 22 de mayo de 2010
Frases V
-¿Para qué quiero yo buscar tetas en internet?
-Hombre... es lo que hacen los chicos de tu edad"
Ana & Gael
"-Ayúdame a tender la ropa porfa"
-Valep. Oye, ¿qué es esto?
-Es un tanga, y es mío."
Indy&Gael (tendiendo la ropa de Indy)
"-¡No digas la palabra tetas tan alto, que mamá está hablando en la entrada con el vecino!
-¡¡TEEEEETAAAAAAAS!!
Ana&Gael
viernes, 21 de mayo de 2010
Un conjunto de palabras que riman y a las cuales me atreví a llamar "poesía"
Que tu melodía desgarra mi ser.
Lánguidas son sus notas, triste su melodía,
Mas toca otra vez, te pido, con la suave armonía
De las almas que en pena vagan
Las almas que han perdido la vida.
Tu música arranca gemidos de mi interior,
Tus canciones hacen estremecer a mi corazón.
Los sentimientos se derraman como un torrente sin control,
Tiñendo de sombras todo a mi alrededor.
“¡Para!” debería decir, pues es la causa de mi dolor,
Pero cuán morbosos y despreciables somos los humanos,
Que tanto disfrutamos cuando nos hieren
En lo más profundo de nuestro interior.
Clávame otro puñal,
Toca el violín una vez más.
Que tus notas silencien mi agonía,
Pues poco a poco me matas
Al escuchar la triste melodía
De las almas que en pena vagan,
Las almas que han perdido la vida.
Poema de Blas de Otero.
Arrebatadamente, desgarrando
mi soledad mortal, te voy llamando
a golpes de silencio. Ven, te digo
como un muerto furioso. Ven. Conmigo
has de morir. Contigo estoy creando
mi eternidad. (De qué. De quién.) De cuando
arrebatadamente esté contigo.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te llamo
a golpes de agonía. Ven. No quieres.
Y sigo, muerto, en pie. Pero te amo
a besos de ansiedad y de agonía.
No quieres. Tú que vives. Tú que hieres
arrebatadamente el ansia mía.
domingo, 16 de mayo de 2010
Romance del enamorado y la muerte
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores
que en mis brazos los tenía,
vi entrar sombra tan blanca,
muy más que la nieve fría.
-¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
-No soy el amor, amante,
la Muerte que Dios te envía.
-¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
-Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía,
ya se va para la calle
donde su amor vivía:
-¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
-¿Cómo te podré yo abrir
si la oscasión no es venida?
Mi padre fue a palacio,
mi madre no está domrida.
-Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida:
la Muerte me está buscando,
junto a tí, vida sería.
-Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe,
la Muerte que allí venía:
-Vamos, el enamorado,
que la hora es ya cumplida.
Anónimo, siglo XV.
miércoles, 12 de mayo de 2010
La pérdida del paraguas y catástrofes consecutivas
Todo sucedió esta mañana, de camino a la universidad. Normalmente los miércoles no tengo clase, y a pesar de haber podido quedarme durmiendo en la cama, me he levantado a las siete de la mañana porque había quedado con dos comparñeras, Marina y Elena, para hacer un trabajo de grupo. De modo que me levanté, desayuné, me aseé, cogí cartera, móvil, llaves, mp3 y paraguas y salí de casa para coger el tren.
Hasta aquí todo bien. En el tren estaba tranquilamente escuchando el mp3 mientras hacía un test que formaba parte de la tesis de uno de mis profesores (el de la frase célebre de "Yo soy más heavy que una lluvia de hachas", un gran hombre), sin sospechar para nada que el destino y la desdicha se habían aliado contra mí y esperaban el momento de atacar.
Por fin llego a Pozuelo, donde debía bajarme para coger el bus a la universidad. El caso es que, en algún momento que no recuerdo, debí de sacar el paraguas de la bolsa que llevaba conmigo, porque al salir de la estación llovía, y cuando fui a sacarlo me di cuenta de que no estaba. Me sentó como una patada, porque ya es el segundo paraguas que pierdo en este mes, y éste apenas tenía una semana. Pero lo clasifiqué como un mal menor, sobre todo cuando llegó el autobús que supuestamente me iba a llevar a la universidad. Cuando fui a montar saqué la cartera y vi que el abono transporte no estaba allí, y entonces lo visualicé en el bolsillo derecho del pantalón que me había puesto ayer. Y lo peor no era eso, tampoco llevaba nada de dinero para el autobús, ni para volver en tren a casa. Estaba en Pozuelo y no tenía medios para volver. Bueno, mejor dicho, medios legales. Por suerte para mí, la entrada de la estación de Pozuelo está bien vigilada, pero por alguna razón, la salida está completamente desierta, así que me colé en la estación ante la mirada de una repartidora de periódicos, que afortunadamente no me dijo nada.
Una vez en el tren, llamé a Elena para decirle que iba a llegar más tarde, pero siete segundos después de que descolgara el teléfono, se cortó la comunicación y me llegó el mensaje de "tu saldo total está agotado". En ese momento se me escapó un "mierda" algo subido de tono, pero luego Elena me llamó y le expliqué todo el problema, que tenía que volver a casa, coger el abono, de vuelta al tren y luego el autobús. En total, una hora y media de viaje extra la que me iba a pegar.
Pero eso no es todo, queridos no-lectores, aún queda la guinda del pastel. Resulta que mientras viajaba por la patilla en el tren, vino el revisor de billetes, ese ser sobrenatural que solo aparece cuando alguien viaja sin billete. Me sorprendió ver en él que estaba sonriendo, pues una característica impepinable de los revisores del tren es que nunca sonríen.
Cuando me pidió el mío, entre tartamudeos y muecas de súplica le expliqué mi problema. Le dije que era una persona honrada (literalmente), que cogía a diario ese tren, que era un desastre y un olvidadizo y que me había dejado el abono. Le dije incluso que me esperara en la estación a que yo volviese con el abono para demostrárselo, fijaos si estaba desesperado.
El revisor me miró con una cara muy rara, y seguidamente me pidió que me levantase y le siguiese. No parecía que hubiese nada que hacer, iba a echarme en la parada siguiente. Y cuán fue mi sorpresa, queridos no-lectores, cuando me dice en voz baja que se había enterado ayer de que iba a ser padre, y que a causa de su felicidad, iba a hacer por una vez la vista gorda.
No sé cuántas veces se lo agradecí y le di mi enhorabuena. El caso es que al fin llegué a casa, cogí el dichoso abono, y le expliqué a mi padre toda esta curiosa historia. Y entonces él me dijo: "Esto es más raro que aquella vez en la que me estabas esperando en el puente y vino la policía porque pensaban que te ibas a suicidar y luego te registraron por si llevabas droga". (esa es una historia que será contada en otra entrada, sin duda xD)
En fin, he aquí una mañana cualquiera en la vida de Gael, queridos no-lectores. Creo que por eso me gusta tanto escribir, porque tengo un historial que cualquiera tiene xD
lunes, 10 de mayo de 2010
Sueños
Frases célebres IV
Cristina.
"¡Álvaro! ¡Como no me dejes en paz te voy a desnajseflañar... eso!
Ana.
"Yo soy más heavy que una lluvia de hachas"
Pablo Medina.
...La tercera se llevó el aplauso unánime de la clase xDD
jueves, 6 de mayo de 2010
Críticas (actualización chorra xD)
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Lo primero de todo, os pido disculpas por esta laguna que ha habido en mi blog. Se acercan peligrosamente las fechas de exámenes y hay que entregar también trabajos finales, así que supongo que muchos de vosotros comprenderéis.
Y bueno, la verdad es que no tenía pensado actualizar hoy, solamente me pasaba para ver cuánto terreno habían ganado las telarañas, cuando me he encontrado con un hecho casi inusual. ¡Un no-lector comentó la última entrada! O mejor dicho, una no-lectora. Y lo mejor de todo, es que es una persona aparentemente desconocida, ya que hizo su comentario desde el anonimato, lo cual me lleva a pensar que mi blog se está extendiendo, por poco que sea.
Pues bien, he leído el mencionado comentario de esta chica, y a pesar del carácter peculiar y de que creo que ha malinterpretado mi anterior entrada, me ha hecho pensar y me ha dado tema para escribir: las críticas.
Lo cierto es que, ahora que me fijo, mi blog tiene bastantes etiquetas de críticas para ser tan joven, sobre todo críticas negativas. La pregunta es, ¿las críticas son malas?
Esta chica, de pseudónimo Akari, opina que "los críticos no tendrían que estar". Yo no intento cambiar su manera de pensar, pero en mi opinión, creo que una buena crítica, de una persona que sepa apreciar el trabajo ajeno, sobre todo en el ámbito artístico, es fundamental.
Yo soy artista (bueno, dejémoslo en intento de xD) y por supuesto, soy el primero al que no le resulta agradable el estar pintando y que me venga un profesor diciendo "pon más luz aquí", "esta zona no está equilibrada con el resto del cuadro", o "no está mal, pero... le falta algo". A nadie le gusta que le digan estas cosas, pero es necesario, porque te ayuda a mejorar. Una crítica no es sacar defectos a un trabajo, es hacer un análisis detallado y para nada subjetivo acerca del mismo, en el cual podemos encontrar tanto cosas malas como buenas. Las buenas servirán para elogiar al autor, y las malas, a menos que él mismo las lea y le interese lo más mínimo, no sirven para nada, son meros datos.
Las críticas no se hacen para que los criticados se las tomen a mal y mucho menos la gente ajena, como el caso de Akari, que como ya he dicho antes, creo que ha malinterpretado lo que ha leído. En ningún momento he puesto en duda el genio y la creatividad de Tim Burton, es más, como se puede leer en la crítica, los principales fallos son de guión. Tim es el director, sí, pero no hay más que ver la película para darse cuenta de que Disney le ha cortado un poco las alas y le ha puesto una serie de normas a seguir. Al fin al cabo, él dirigía la película, pero no la produjo, ni es el guionista. Él se encarga de decirles a los actores qué deben hacer y cómo.
De modo que, Akari, si tengo el placer de volver a leerte, me gustaría que por lo menos escribieras tus comentarios de manera más educada. Me encantría seguir recibiendo comentarios ajenos, pero también es cierto que se pueden decir las mismas cosas de una manera educada, sin agresividad y, si no es mucho pedir, con una mejor redacción y uso de los signos de puntuación.
Por favor, no te lo tomes como una crítica, si es eso lo que estás pensando, es que al fin y al cabo, este es mi blog y para ponerte a despotricar de manera poco legible, ambos preferimos que te ahorres el esfuerzo.
Segundo, no he criticado el trabajo de Tim, sino el de la señora guionista que escribió el guión de la peli (por si no lo sabías, no lo hizo Burton)
En tercer lugar, NO puede hacer lo que le de la gana, porque esto es su trabajo,asique tiene que cumplir con él.Las películas nos e hacen pensando en que tú sueñes, se hacen trabajando muy muy duro (ni te imaginas cuanto) y con mucha gente que dependede ellas.
Y por último, te pareceran absurdas las críticas, pero bien que te has leído esta^^. Y yo, soy admirador aférrimo de Tim Burton, pero sétener criterio y ver fallos y aciertos. ABRE LOS OJOS
PD: yo tengo 19 y estoy estudiando cine, es lo que se llama "tener base" antes de discutir sobre algo