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lunes, 14 de junio de 2010

Nuevo diseño

Pues eso, ya que estamos en temporada de cambios (se acaba el curso, vacaciones, llega el calor [o debería llegar]), aprovecho y cambio también el diseño del blog, aunque no tiene mucho que ver con la nueva temporada. Pero mira, me gusta, parece más una ventana, dado que hay gotitas de agua pegadas a un supuesto cristal.

Y eso, poco que contar, en realidad. Todo aprobado, una media mejorable pero buena, y un verano por delante que no pinta mal, más que nada porque pintaré mucho xD la entrada solo era una excusa para que esto no se quede muerto, que llevo más de una semana sin
actualizar.

sábado, 5 de junio de 2010

La calidez del escenario (aunque a veces excesiva)

De nuevo, las luces del teatro iluminan el negro escenario, vacío, desnudo, con el telón rojo descorrido. Tras las cortinas que forman las "patas", hay sillas y banquetas por doquier, focos apiñados unos junto a otros, y un piano cubierto con una lona de suave terciopelo negro. Las butacas del patio están plegadas y frías, esperando la llegada de los espectadores. Como nosotros.

Hay tensión, nervios, risitas descontroladas, pequeños errores a la hora de repasar el texto o hacer un pase técnico con las luces. Alguna mirada de desaprobación o de disgusto. Aunque somos actores y actrices, la expresión de nuestras caras habla por sí misma, manifestando nuestro descontento hacia quien ha cometido ese pequeño error. Todo es culpa de los nervios.
Sin embargo, poco a poco, la magia del escenario nos va envolviendo. Hay algo en la atmósfera del teatro, no sé muy bien cómo explicarlo. Quizás sean restos de aplausos y risas del público, de lágrimas y gritos, de miradas de espectación que apenas parpadean. Es como una vibración poco perceptible pero constante, que poco a poco se va colando en tu cuerpo, y te hace también vibrar a su ritmo. Lentamente, los nervios se van acallando, la tensión se afloja, y las risas pasan a ser carcajadas, porque nos lo estamos pasando bien. Llega un momento en el que, mientras el director está pasando la música y comprobando los diseños de iluminación, todos nos ponemos a bailar en el escenario como si fuésemos aves de corral al son de una música de circo. Luego hacemos una conga que recorre varias veces el escenario, de repente inundado por una luz azul, luego roja, luego blanca, va cambiando aleatoriamente.
Por último, hacemos un pase del inicio, un técnico de entradas y salidas, e improvisamos un saludo final. Todos salimos de las cajas bailando como payasos, dando brincos, moviendo los brazos, piernas, la cabeza, cadera, cintura. Damos vueltas en círculo cogidos de la mano, saludamos por parejas, formamos una fila y corremos al primer término.

Y entonces, llegan los aplausos. Una ola de satisfacción, no solo por nuestra parte, sino porque el público ha quedado satisfecho. Les ha gustado, hemos oído sus risas y comentarios durante la representación, hemos sentido cómo vibraban con nosotros, cómo se ha establecido una comunicación entre ellos y nosotros. No importa que uno se equivoque en una frase o se salte la del compañero (tuvimos la suerte de poder salvarlo y disimularlo), lo importante es conectar con los espectadores, estar cerca de ellos, transportarles también allí arriba. Esa es la magia de un buen actor/actriz. Creo que hoy lo hemos conseguido, mejor que nunca.
Y aunque tanto actores como espectadores nos hemos asado de calor a falta de aire acondicionado, todos hemos sentido ese cosquilleo en el estómago que despierta el teatro.

Y os diré una cosa: eso, junto con los aplausos, crea una deliciosa y sana adicción.

jueves, 3 de junio de 2010

Pim pam que hostión tienes en toda la cara chaval.

Una vez más, las criaturas humanas me dejan atónito. Yo creía que después del "la he liao parda" o de las innumerables muestras de nivel cerebral y moral en el programa "Hombres, mujeres y viceversa" (entre otros), estaría curado de espantos. Pero no, queridos no-lectores, las criaturas humanas vuelven a la carga. Y como no, para variar, es una criatura hispánica la que me ha dejado anonadado después de ver este vídeo:
www.youtube.com/watch?v=Ign95GNqvqM

"¡Pim, pam, toma lacasitos!" es la frase que está al orden del día, junto con "¡Viva España, viva el rey, el orden y la ley!", ambas del mismo autor.
¿Sabéis? Hace poco, Indy me enseñó una nueva palabra, "acémila". En teoría es un sinónimo de asno, pero cuando la utilizamos para calificar a una persona, el significado varía a "bestia" "estúpido" y similares (igual que asno o burro). Yo tenía ganas de utilizar esta palabra, pero me da no se qué comparar a estos pobres animales con este... este energúmeno, este engendro.
En serio, ¿cómo puede hacerle gracia a la gente este tío? ¿No se dan cuenta de que es una vergüenza para todos los jóvenes, para todos los españoles, para toda la raza humana en general?
Ya sé, ya sé que a vosotros no os hace gracia, no-lectores. Estoy seguro de que la mayoría de vosotros compartís mi opinión. Pero al parecer no somos muchos los que pensamos así, ya que este ser y su anormalidad han triunfado tanto, que hasta sale de invitado en un programa de televisión:
www.youtube.com/watch?v=PKKW8P2tsdY

¡Y encima le aplauden! ¿Acaso es un comportamiento digno de aplauso? No sé, igual estoy equivocado y ahora se premia la estupidez frente a la responsabilidad y el buen jucio. Desde luego es lo que están haciendo con éste.
¿Y ahora qué, entonces? ¿Van a sacar por televisión a cualquier peligro al volante hasta las cejas de drogas y alcohol porque dice algo "gracioso"? Siempre que entendamos por gracioso algo no inteligente y carente de sentido, claro. Lo que nos faltaba, que la gente le ría las gracias, para que se crea que es más guay al ser una amenaza en carretera.
Y encima taurino. No, si este será de los que creen que Julio Aparicio es un héroe (nota mental: hacer una actualización sobre Aparicio y su desgraciado accidente, pobrecillo...). Hay veces que me las criaturas humanas me parecen de lo más curiosas, a veces hasta me río con ellas, animalitos. Pero cosas como esta me sacan de quicio, en serio.
Perdón si parezco un viejo carcamal, pero a dónde vamos a llegar...